Pero he de confesarte que siempre he sido un desastre.
Nunca he sabido clasificar, estructurar siempre ha sido mi punto débil, mírame, siempre he sido un completo, inútil y inoportuno desastre.
Nací, crecí, viví siendo ese montón de carne humana sin inteligencia, sin virtudes, me convertí en el animal que acecha los alrededores de tu mente y morí.
Morí.
Morí mil veces.
Fui una persona experta en
Nunca me conociste. Nunca lo hiciste.
A través de, a través por, a través desde, a través hacía.
A través de mí y de mi coraza, a través de mis gritos que irrumpían en el silencio, a través de mis escritos, a través de todo aquello que nunca dije pero siempre pensé.
Nadie, en ningún momento, me quiso como quise que lo hicieran.
Nadie, en ningún momento, me valoró.
Nadie, en ningún momento, vivió.
Todos, en cualquier momento, desaparecieron.
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