Aquel día se sentía tonta, inconformista, mimosa, enfadada, alegre, bipolar, con ganas de llorar...
Se veía agobiada pero le importaba una mierda.
Notaba que sus sueños estaban colgando de un hilo, pero no hizo nada al respecto.
Se miraba los pies y por una vez en su vida no los veía tan feos.
Quería abrazar a alguien pero no quería que nadie se le acercara.
Le salieron unas lagrimas de agobio pero acabó riéndose de ella misma.
Y en un momento de debilidad recordó que sus pantalones preferidos dejaron de servirle hace unos meses, que ya no era la misma que antes, que prefería enseñar dientes a sentimientos.
Y justo en ese momento de debilidad se arrepintió de ser mujer y afirmó preferir un Martes 13 que un día hormonada.
Pero quizá no era culpa de las hormonas y sí de la vichyssoisse de sentimientos que se revolvían en su estómago aquella fría mañana de verano.
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