Dile adiós a los recuerdos.
Y ahí estaba ella, sentada en la cama con una caja sobre sus pies y miles de recuerdos al rededor suyo. Se le notaba en sus mejillas que había estado llorando, pero se sentía fuerte, con ganas de dejar atrás todos esos recuerdos. Poco a poco iba metiendo en aquella caja todas esas cosas que en su momento le hicieron feliz y que, de un modo u otro, en el fondo le seguía haciendo feliz. Cada cosa que guardaba le hacía recordar aquellos grandes momentos que nunca olvidaría. La caja estaba llena de recuerdos, recuerdos que nunca se borrarían de su corazón; Un peluche, varias cartas, una concha, miles de fotos..
Después de un rato se había dado cuenta de que ya no quedaban más cosas, todo estaba metido en esa caja que, cuando la cerrase, no volvería a abrir en mucho tiempo. Cojio aire y se levantó de la cama, cerró la caja y entre lágrimas la metió en el altillo del armario, detrás de algunas cajas que su madre guardaba ahí. Suspirando cerró el armario y se secó las lagrimas, sabía que a partir de ahí nada sería lo mismo. Sin darse cuenta, había acabado con aquel capítulo de su vida.
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